Casos de espionaje, misteriosos cleptómanos, cadáveres en el altillo… ¿Quién iba a decir que Nano y Nana tendrían que enfrentarse a semejante cadena de delitos? ¡Pero si su familia es de lo más normal! Suerte que todo se aclarará cuando los hermanos investiguen la desaparición de las valiosísimas perlas Printemps du Paradis. Como dice Nana, pensar con lógica es fundamental.
Primer título de la colección Nana y Nano
Relaciones familiares y sociales. La hipocresía.
9.824 palabras
A partir de 8 años
Humor. Vida cotidiana. Historia de detectives.
"Pero, para ser un buen detective, no basta con tener lupa. Nano y Nana han de resolver auténticos misterios, desentrañar secuestros, robos, asesinatos… Descubrir crímenes impresionantes y peligrosos que demuestren a papá y mamá que van en serio.
—¿De dónde sacaremos a nuestro primer cliente? —se preguntan Nana y Nano.
Es hora de que Bonifacio salga a estirar las patas. Los niños acompañan a su padre, tal vez así consigan un caso para la agencia.
Frente al portal hay un taxi parado. La mirada del taxista se cruza con la de ellos y, huidiza, vuelve a descansar sobre su periódico.
—¿Te has fijado en la actitud sospechosa de ese taxista, Nano?
—Debe estar esperando a unos atracadores para darse a la fuga.
—No hay bancos cerca…
—Entonces es que esconde cadáveres en el portabultos —dice Nano.
Un poco más adelante, la panadería está llena. La gente parece normal, pero Nana y Nano no se fían de nadie. Al fin y al cabo, los secuestradores, envenenadores y ladrones de joyas también tienen que comprar pan y no van por ahí en uniforme, como las azafatas.
Los hermanos señalan aquí y allá: que si éste parece un estafador, que si aquel podría ser un espía…
Papá advierte:
—¡Parad de acusar a todo el mundo de cosas absurdas!
Sus hijos lo miran con desconfianza. ¿Y si su propio padre fuera un traficante de chupachups, un estafador de viejecitas o el pirómano de las sartenes de teflón? ¡Ya se ha cargado dos este mes!
—¡Yo no quiero que la policía te atrape! ¡No quiero que vayas a la cárcel, papá! —grita Nano, abrazándose a la pernera de sus pantalones.
La mujer que se cruza con ellos mira a papá con los ojos como platos. Está horrorizada.
—Pero, ¿de qué hablas hijo, qué he hecho?
—No lo sé…
—¡Sospechar, así porque sí, no tiene sentido!
Es verdad: sin delito, no hay sospechoso que valga. Los detectives necesitan clientes, y eso no es fácil de conseguir.
Nana y Nano están a punto de guardar la lupa cuando Bonifacio levanta una pata y riega una farola en la que hay pegado un papel con el siguiente mensaje:
'¡BUSCAD A MI PERRO! Se llama Hunter, es de talla media y tiene el pelo rizado, de color canela. Lo robaron en la puerta del supermercado de la calle Olvido nº 5. Si lo veis o podéis ayudarme a encontrarlo…' "